14 septiembre 2007

Caquiiiiiiiitaaasssss.


¡¡Bueno, bueno, bueno mis queridos mochuelos!! Tras unas largas e inmejorables vacaciones es ahora tiempo de volver a una realidad my diferente: la realidad de Edimburgo, mucho más fría, más oscura y más real. Como casi todos sabrán (siempre hay algún despistado) por fin volví a Escocia, y de esto hace ya algo más de una semana. Los primeros dos o tres días fueron, como siempre después de estar en la isla, extraños y algo difíciles. Pero poco a poco todo va volviendo a su cauce.

En el piso las cosas nunca dejan de cambiar. Varuna está en proceso de mudarse con su novio, Raphäel (es que el muchacho es francés, no es que cante ni nada de eso), cuyo piso es más frecuentado por ella que este. Y digo bien al decir este, porque estoy escribiendo desde el ordenador de Anna con el cual, de tanto en cuando, nos podemos conectar a internet desde este nuestro piso. Oficialmente vivimos aquí Fernando, Anna, Boni y yo. Extraoficialmente tenemos a un señor con barba que dice llamarse Cristobal y que no para quieto ni un minuto. La verdad es que el hombre se está portando bien. El único "pero", por ponerle alguno, es que ronca como un tractor y comparte habitación conmigo... pero ya ni lo oigo. Después de vivir en un primer piso con la ventana de la habitación dando a la calle y a un semaforo que pita, me acostumbro a todo. Una vez "el barbas" se haya ido, compartiré mi habitación con Boni. ¡Ya ven! Me duró poco la independencia. Esto no solo será un soplo de aire fresco para mi economía, que en estos momentos está un poquito
escuchimizada, (Así. Chiquitititas y flacas están mis vacas), sino que además me llena de orgullo y satisfacción. Pues no debemos olvidar que Boni es de lo bueno lo mejor. Sin salir del piso, debo decir que también hemos iniciado una pequeña revolución. Llamémosla "La Revolución del Mocho". La Revolución del Mocho comienza tras le abandono de nuestras tierras por parte de los inquilinos del verano. A su paso solo quedó caos y un reguero de roña y trastos inútiles. Aprovechando esta situacion, "El Ejército de Los Mikis" nos invadió cagándolo todo a su paso y royendo a diente descarriado. En estas condiciones el consejo supremo del "chozo" decide actuar. Las gentes de buena voluntad del piso se enfundan los guantes de goma y empuñan escobillas de retrete, fregonas, escobillones y trapos para expulsar a los gérmenes de sus dominios (¡Colega! ¡Que los bichos verdes esos del anuncio del Pato WC que viven en el retrete existen!). Al mismo tiempo, todo aquel objeto inanimado que nos sugiriera la pregunta "¿ esto pa' que sirve?" y cuya respuesta solo puedieran dárnosla Pedro Reyes, El Señor Barragán u otro tipo de esta calaña, sería expulsado del chozo sin contemplaciones. Asímismo sería expulsado todo objeto inanimado que sugiriese la pregunta "¿de quién coño es esto?" y se obtuviera cuatro veces la respuesta "mío no es". Por último pero no por eso menos importante y menos frío el exilio, serían desterrados todos aquellos objetos que, aún sabiendo su utilidad y, o conociendo a su propietario, no pasaran o bien el filtro de "objetos abandonados" o bien el de "¿alguna vez pensaste en usarlo?". Sólo el piano se resiste, pero todo llegará. La Revolución del Mocho continuó con la operación conocida como "ni chocolate, ni turrón, ni bolitas de anís". Está operación estaba y está enfocada a combatir a El Ejército de los Mikis. Los Mikis son descarados. No tienen miedo y campan a sus anchas por la cocina. Incluso hay una caca en este mismo escritorio que da fe de que se han adentrado en el cuarto de Anna y han estado rondando la bolsa de pistachos que una vez, tiempo antes del tiempo cuando el mundo no era ni se intuía, dejó Varuna (la revolución no abarcó la propiedad privada, siendo cada cual libre de aplicar los principios revolucionarios como le plazca en sus aposentos). Ahora que se avecina el invierno y los campos de la cocina están despejados de miguitas, Los Mikis se han topado de frente con la operación "ni chocolate, ni turrón, ni bolitas de anís". Cada noche antes de irnos a dormir, sembramos la cocina con VENENO PARA RATONES. Y hemos comprobado que Los Mikis NI LO HUELEN. En presencia de numerosos testigos, un Miki se acerco tan campante a un vasito especialmente diseñado para el ENVENENAMIENTO. El vasito no sólo contenía gránulos del mortal producto, sino que, visto lo visto, había sido espolvoreado con NESQUICK. El Miki olisqueó alrededor y SIGUIÓ SU CAMINO. Yo mismo estoy trabajando el el diseño de trampas caseras y bolitas de cualquier cosa mezcladas con veneno en polvo. Los Mikis son muy monos, muy chiquitines... pero cagan aquí y allá, se comen nuestra comida y pueden transmir enfermedades. Por eso les vamos a DAR POR EL CULO. No se dejen engañar. Los Mikis son muchos y están todo el día dale que te pego. Hay que eliminarlos o ellos nos eliminarán a nosotros.

Mañana comienzo a trabajar. Tengo dos turnos que vendrán a sumar unas 13 horas.

El proximo viernes tengo una boda y hoy fui a alquilar mi traje. Pero este no es un traje cualquiera. Voy a llevar Kilt (falda escocesa). La verdad es que estoy arrebatador. Ya me sacaré unas fotos para que me vean. Bueno, moluscos del Atlántico. Les seguiré informando. Cuídense mucho y see you soon!!




Safe Creative #1101058200615