15 julio 2013

Serenidad


        ¿Sabes algo que me encanta? Cuando sin saber cómo, llego a ese remoto retiro que se halla entre la vigilia y el sueño; esa coincidencia en el espacio y en el tiempo; allí donde la mente se aparta del pensamiento y se vuelve ligera, primigenia, y se reencuentra con el cuerpo para volver a ser feto en busca de la postura perfecta. Así, siendo uno más que nunca, mi ser flota al pairo en un mar de relax, de calma y de sosiego. Me encanta estar en ese lugar, que es un rincón y es un mundo, que se esconde entre las hebras del tiempo y se disfraza de instante, pero que se prolonga y se repite tantas veces cuando estoy a tu lado. Hace ya mucho que, cada vez más y más, en ese remoto paraíso, donde el silencio es sólo aparente, resuenan como cantos de sirena todos los secretos de mi amor por ti; los mismos secretos que a menudo he susurrado en tu oído izquierdo, que los guarda con tanto celo. Entonces me dejo llevar y yo también canto y repito como un eco: “te quiero, te quiero, te quiero...” Allí el mundo se concentra en mí; en ti dentro de mí; en ti, mi mundo. Porque en ese oculto retiro no hay nada si no estás tú. Por eso, cuando estoy allí, no quiero estar despierto ni dormido; sólo contigo. Solo. Contigo. Pero lo que más me gusta, Amor, lo que de verdad me encanta, es cómo a veces, cuando estoy perdido en ese limbo, tú me traes de vuelta con un beso, con una caricia o un suspiro, y al abrir los ojos te encuentro tendida junto a mí, en tu propio retiro entre la vigilia y el sueño. Sola. Quizás conmigo.

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