28 noviembre 2013

Guerra Civil

 7.200 unidades de combate “Selena7” patrullan desde ayer las calles de Thaer-ni-Mïed con el cometido, según el gobierno, de mantener la seguridad tras los altercados acaecidos en la noche del pasado sábado en los “hoyos” del barrio de Ber-Han. Las unidades policiales, distribuidas en 28 batallones de intervención de choque, han sido programadas para disparar a cualquier individuo con “actitud hostil”, incluyendo para ello criterios específicos de nivel de ruido y mínimos de superficie de identificación corporal, entre otros, de los cuales no se han dado detalles. Aunque las calles de la ciudad a estas horas están prácticamente vacías y en calma, algunas fuentes aseguran que los grupos organizados de “gusanos” están instruyendo a nuevos combatientes en hoyos de diferentes areas del Norte, Este y Sur de la capital y se preparan para responder a lo que consideran “un abuso de poder y una provocación añadida a la ya precaria situación de castas creada por las élites gobernantes”, según palabras del ex-Capitán Truchiëi (uno de los cabecillas de la revuelta del sábado que escapó con vida y aún no ha sido detenido). La situación de proliferación de gusanos en la capital es extrapolable a numerosas ciudades del país, como Brochnnien, Mogth-Fin o Bretaria, donde el gobierno ha amenazado con tapiar los hoyos donde se detecten hostilidades de cualquier tipo en contra de “El Régimen de Paz”. Siguiendo los mismos criterios que con las 7.200 unidades de combate Selena7 destinadas a la represión de acciones violentas en Thaer-ni-Mïed, un número indeterminado de, al menos, unidades “Bogart”, “Politarix1 y 2”, “Quo3” y “Adriana” y “Viridiana” de todos los rangos se están programando como medida preventiva en caso de que fuera necesaria “una acción más contudente”, ha dicho el Delegado Rahyoj, “en diferentes puntos del país”. Algunos medios internacionales hablan ya de guerra civil...


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25 noviembre 2013

La Sala de Vapor


La Sala de Vapor estaba guardada por autómatas armados cuya capacidad discernidora se había simplificado acuradamente. Los criterios que se habían establecido para determinar sus pautas de comportamiento eran, a grandes rasgos, fáciles de resumir: quien no era amigo, era enemigo y debía ser aniquilado a cualquier coste. Los autómatas eran mucho más fiables que la mayoría de humanos en la mayoría de cometidos cuando se quería evitar todo tipo de cuestionamiento. Pero si en algún campo destacaban, ese era sin duda el de la Violencia Controlada, comúnmente denominado V.C., o como muchos de sus detractores preferían llamarlo, Control de la Violencia. Por aquellos tiempos el número de autómatas en el mundo rondaba ya los dos tercios de la población humana. Eran pocas las cosas en las que no podían sustituir el cerebro orgánico de las personas. Así, La Sala de Vapor y sus alrededores eran frecuentados por muy pocos humanos y por muchos autómatas, la mitad de ellos de defensa. Ni siquiera los propietarios del complejo, los sustentadores del poder, iban a menudo por allí. Ellos no eran ingenieros ni mecánicos que debieran pasar muchas horas trabajando en aquellas instalaciones, tan sólo mercaderes y dueños de todo, incluso de lo que no les pertenecía.

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24 noviembre 2013

Todo o nada


¡¿No lo ves?! No hay nada sin tiempo. El tiempo es la esencia de la existencia. No lo es la vida, ni tan siquiera la consciencia del ser vivo. Nuestro corazón late a un ritmo que requiere minutos y segundos. Todo existe porque existe el tiempo. Si en el universo no hubiese vida, aún los astros flotarían en el continuo mar de tiempo en expansión, invisibles y mudos en un flujo de reacciones químicas e interacciones físicas. En realidad, el tiempo es lo único que de verdad existe. El tiempo es todo. Parar el tiempo sería abandonar la existencia, y ni siquiera la muerte es tan radical. Ella tan sólo detiene el tic tac de nuestras vidas para reciclar nuestros cuerpos. Si lo detienes ya no habrá marcha atrás, todo habrá acabado sin remedio. ¡No lo hagas, por favor! El té de Alicia necesita tiempo para enfriarse.

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23 noviembre 2013

Reductores de Cabezas


¡¿Los Jíbaros?! ¡No me hables de los Jíbaros! Se necesita una buena cabeza para llenar un sombrero. O eso o un conejo, como hacen los prestidigitadores. Pero siempre he sido de la opinión de que es mejor una cabeza, porque aprovecha mucho mejor el espacio creado y no esparce sus heces por el interior. (Te recomiendo que no comentes esto con el señor Conejo Blanco. Él siempre ha querido usar sombrero, pero le falta cabeza. Lo perdería en seguida). De cualquier modo es recomendable que la cabeza en cuestión no sea de ajo, porque si bien el ajo posee gran variedad de propiedades beneficiosas para el organismo, también es cierto que despide un aberrante olor que impregna todo aquello que toca. Dicho esto, diré algo más. No, no vale cualquier cabeza. Pongamos por caso una cabeza hueca: aún pudiendo ocupar el mismo espacio que una cabeza maciza, reduciría nuestro sombrero a un mero artefacto de proyección de sombra y/o profiláctico invernal, con la consecuente minusvalía que esto implica... Me refiero al sombrero, claro está. No me malinterpretes, no deseo con esto menospreciar a las cabezas huecas, pero sí poner de manifiesto la diferencia entre dimensión y perspectiva. Me llaman loca por tener mis opiniones, pero ¿has pensado tú en las tuyas? ¡Los Jíbaros, niña! Me entristece pensar en cabezas pequeñitas sin sombreros pequeñitos... ¡Niña! ¿Niña? Niña...

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Reductores de Cabezas (narrado)


¡¿Los Jíbaros, niña?! –Replicó la sombrerera–. ¡No me hables de los Jíbaros! Se necesita una buena cabeza para llenar un sombrero. O eso o un conejo de suave pelaje, como hacen los prestidigitadores. Pero siempre he sido de la opinión de que es mejor una cabeza, porque aprovecha mucho mejor el espacio creado y no esparce sus heces por el interior. –Entonces bajó la voz y susurró: Te recomiendo que no comentes esto con el Señor Conejo Blanco. Él siempre ha querido usar sombrero, pero le falta cabeza. Lo perdería en seguida. –Luego, volvió a alzar su natural tono de voz y continuó hablando–. De cualquier modo es recomendable que la cabeza en cuestión no sea de ajo, porque si bien el ajo posee gran variedad de propiedades beneficiosas para el organismo, también es cierto que despide un aberrante olor que impregna todo aquello que toca. Ahora bien, dicho esto, diré algo más. ¡No!, no vale cualquier cabeza. Pongamos por caso una cabeza hueca: aún pudiendo ocupar el mismo espacio que una cabeza maciza, reduciría nuestro sombrero a un mero artefacto de proyección de sombra y/o profiláctico invernal, con la consecuente minusvalía que esto implica... Me refiero al sombrero, claro está. No me malinterpretes, no deseo con esto menospreciar a las cabezas huecas, pero sí poner de manifiesto la diferencia existente entre dimensión y perspectiva. Me llaman loca por tener mis opiniones, pero ¿has pensado tú en las tuyas? ¡Los Jíbaros, niña! Me entristece pensar en cabezas pequeñitas sin sombreros pequeñitos... –De repente se dio cuenta de que allí ya no había nadie– . ¡Niña! –Gritó– ¿Niña? Niña... –Repitió con tono monótono y distraído–.

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