23 noviembre 2007

Ni patino ni voy a clases de yoga subacuático.

Por fin he conseguido escapar de la rutina y del deber necesario para dedicarles unas líneas, mis estimados buñuelos de bacalao... ¡¡¡Aquí sigo!!!! No me he movido de Edimburgo. Lo que ocurre es que he sido secuestrado por las obligaciones de la vida laborostudiantil. Obligaciones estas que me ocupan en gran medida a lo largo y ancho del día y de la noche. Así pues, cuando no estoy trabajando o estudiando, estoy durmiendo o comiendo, lo cual impide que esté dibujando, jugando al fútbol o tocando el piano. Además, a veces me ducho y, o evacuo, por lo que justo en esos precisos instantes no estoy ni cogiendo caracoles ni corriendo desnudo por el bosque, lo cual sería un poco arriesgado para mi salud dadas las condiciones meteorológicas. ¡Si me tiro un pedo, pierdo la guagua! ¡¿Me captan?! Y la guagua me tiene que llevar a la clínica veterinaria en la que estoy haciendo las prácticas. Las prácticas me consumen unas diez horas al día de lunes a viernes, excepto los miercoles que voy a clase... así... a lo tonto entre pitos y flautas me llega el fin de semana. Y mis fines de semana a partir de ahora van a ser "superchupis". Mañana sin ir más lejos me levantaré a las 9 para entrar a trabajar a las 11; saldré a las 19 para volver a entrar a otro sitio a las 21 y salir a las 6. ¡Hagan calculos! Para superar este fin de semana necesito motivación. Necesito que allí donde trabaje haya mujeres en pelot... digo... ¡buen rollito!

Otra cosa que a veces hago es limpiar. Por ejemplo hoy mismo nos hemos metido a fondo con el baño. Pero ha sucedido algo. Algo que yo no estaba dispuesto a tolerar. Después de haberme peleado durante media hora con el desagüe de la bañera y conseguir desatascarlo (pelo, virutas variadas, un perro muerto... esas cosillas) usando un lapiz, mi mano enguantada, sal amoniacal y un cacharro de ambientador gastado, decido tomar una ducha. Para ello, hago lo propio... me quito la ropa (sí nenitas), me acerco a la bañera y cuando me dispongo a abrir el grifo... ¡Oh bochorno! ¡Oh inflación no económica! ¡Oh "fensa" descarada! ¡Cuando me dispongo a abrir el grifo me topo de frente con la coritna del baño toda cochina! No no no... de eso nada... si limpiamos, lo hacemos hasta el final ¡coño! Así que agarré el Don Limpio y el estropajo y descolgué la cortina. Froté y froté hasta dejarla como nueva. Lo curioso de todo esto es que mientras lo hacía, solo pensaba en que si alguien hubiese podido abrir la puerta en ese momento, se hubiera encontrado con un tipo en bolas y con las cholas puestas encorvado sobre la bañera, frotando con un estropajo una cortina de plástico. Ya sé que hubiese sido peor si en lugar de una cortina de plástico hubiese sido el culo de una cabra... pero aún así, la imagen me continua turbando. ¡No sé...!

Al margen de todo esto, la guerra contra los mikis continúa. Ahora es más una guerra de guerrillas con alguna escaramuza por aquí y alguna emboscada por allá. Pero esto no durará así mucho tiempo. ¡Voy a asestarle un golpe al enemigo que se va a cagar! Le tengo preparada una sorpresita a los "Maquis-mikis". Me voy a armar hasta los dientes (No. Llevarme un gato de la clínica es poco decoroso) y me voy a aliar con el invierno para destruirlos... El invierno se presenta crudo por dentro y por fuera, porque fuera hace un frío de cojones y dentro de casa se te hielan los cojones. No en vano duermo con una camisa térmica, el pijama, dos suéter, calcetines y tapado con el edredón. ¡Si al menos tuviera alguien que me tapara! Pero como el único pescado que huelo son las caballas que me como... ¡Uy, ¿qué tendrá que ver una cosa con la otra?! Ustedes disculpen.

Bueno. Me ha llegado la hora de irme a dormir. Que mañana me espera la maratón de trabajo, el lunes las prácticas, comer, bañarme... ¡¡¡nada de esquíar!!!

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