10 octubre 2008

El Iglú

El miércoles por la noche llegó Fer. El jueves, Agi. Y el viernes llegó Eva. Así comenzó un fin de semana de seis en El Iglú. Muchos se preguntarán qué es El Iglú, mientras que otros ya saben de qué hablo. Son pocos aquellos de ustedes que lo han visitado, y ninguno ha experimentado en sus propias carnes su crueldad más extrema. El Iglú se encuentra en el 21/3F2 de Montague Street, en Edimburgo. Desde el exterior nada sugiere a la mente lo que en el interior aguarda. Al contrario. Muchas veces lo inhóspito del ambiente exterior hace soñar a las almas cándidas que llegan hasta la puerta de El Iglú. Y sueñan con confort!! JA JA JA JA JA JA JA JA!!!!!! La puerta de acceso al edificio, marrón y fea que da miedo, conduce a las escaleras helicoidales a través de un angosto pasillo de paredes grises sin pintar. Y las escaleras suben un piso, dos pisos y tres. En el último, la luz que el día tiene por bien regalar desde el tragaluz, ilumina la puerta de El Iglú. En el marco de la puerta un pequeño tirador. En el interior, una cadena que conecta el tirador a una campana. La campana que ha de alertar a los moradores de El Iglú de que alguien ha osado visitarles.

Por esta puerta entraron Fer, Agi y Eva. Y aunque ellos tampoco habían cambiado mucho desde la
última vez que vieron a Migue y a Fernando, se sorprendieron al ver que estos estaban tal y como les recordaban. Como Fer fue el primero en llegar, la primera noche la pasó con Migue en su cuarto. Allí su anfitrión le había preparado una cama que consistía en un colchón sobre dos ensamblajes de madera similares a palés. Al día siguiente los moradores de El Iglú salieron pronto para ir a trabajar o estudiar, dejando a Fer solo. Cuando la mañana cedía paso a la tarde, a Migue le sonó el teléfono. Al contestar, sintió una voz angustiada al otro lado del auricular. Era una voz familiar. Era la voz de Fer que repetía: "cómo coño se cierra la ducha?!!!". Fer se había levantado tarde y había decidido darse un agüita. No hay datos del tiempo que tardó en regular la temperatura, ni de si pudo disfrutar de la ducha, solo se sabe que al terminar, cuando quiso cerrar el agua no pudo. Asustado, corrió por toda la casa en busca de una llave de paso. Pero no la encontró. Entonces salió despavorido de El Iglú, aporreando las puertas de los vecinos, tratando de encontrar a alguien que le mostrara donde se encuentra la puñetera llave de paso. Un amable vecino, le dejo pasar para mostrárselo. Le indicó el lugar exacto dentro de un pequeño armario en la cocina. Fer sólo tuvo que adentrarse unos pasos en la casa del vecino, sólo un par de minutos, para darse cuenta de que algo extraño ocurría en el 3F2. Mientras se hallaba en la casa de este buen samaritano, de repente sintió como si despertara. Como si todo el tiempo que había pasado en El Iglú hubiese estado sonámbulo. Aletargado, se podría decir. Sin tiempo para reflexionar, Fer corrió escaleras arriba desde el primer piso, entro en la cocina del 3F2 y abrió el armario equivalente al del vecino. Los ojos de Fer se llenaron de diminutos cristales cuando descubrió que allí, en el interior de aquel armario, el cual había vaticinado ser su salvación, no había más que el contador del gas y muchos trastos. Fue en aquel momento de desesperación cuando Fer llamó a Migue. Éste le dijo que había un truquito para cerrar el agua, y se lo explico por teléfono. Esperando con el auricular en la oreja, Migue escuchaba como Fer se debatía en una lucha furiosa con la perilla de la ducha. "Rac, raaac, raaaaccc" sonaba la perilla al girar. "Aprieta hacia adentro", decía Migue. Pero Fer no atinaba a cortar el flujo de agua. Por cada giro de la llave, una gota de sudor caía de la frente del joven. Así pues, aconsejado por Migue, Fer caminó con prontitud a la piscina donde trabaja Fernando, para que este pusiera fin a su sufrimiento...

Horas más tarde, Migue llegó a casa y encontró a Fer tomando un piscolabis. Había conseguido parar el agua de la ducha. Fernando le había revelado uno de los secretos de El
Iglú. Uno de los truquitos. En la tubería que suministra la ducha hay un tornillito que funciona a modo de llave de paso. CHAAAAAAANNNNN!!!!! (Creanme! Yo también me sorprendí!!)

En una conversación de esas conocidas como "de hombre a hombre" Fer le hizo una confesión a Migue. Fer, en un arranque de valentía, le dijo a su anfitrión que la noche anterior, cuando ambos estaban en el cuarto, no había podido dormir. Y la razón era que... CHANTATACHAAAN!!! Había pasado un fríiiiiiiio de cojooooonessss. En un momento tan dramático como este llegó otro de los moradores: Boni. Se unió a la conversaci
ón y se dispuso a fregarse algún cacharro para calentarse la comida. Fer aprovechó para ir al baño. En un acto reflejo inconsciente, Boni abrió la llave del fregadero que lleva la inscripción "HOT". Al sentir el agua en sus manos Boni gritó!!! Migue, que se encontraba sentado a la mesa, la miró con asombro, sin entender. La inscripción en la llave había tomado sentido! El agua salía "HOT"!!!! Fer, desde la puerta de la cocina, debió sentirse como un explorador que observa a dos primitivos entretenerse con sus gafas, algo simple a los ojos del primero, pero novedoso y mágico para los segundos. Se acercó a ellos y con aire incrédulo les preguntó: "Pero no sabíais que había agua caliente?!!!!!" Así, los moradores de El Iglú descubrieron que aquel interruptor misterioso que parecía no servir para nada, servía para algo. Y vaya si servía!! Por eso el detallito de la caldera en otro de los armarios de la cocina!!! Fer les contó que dos años y medio atrás, cuando él mismo vivió un par de meses en el 3F2, ese había sido el primer truquito que le habían enseñado los antiguos moradores.

Al llegar la noche, Fer, Fernando, Boni y Migue esperaban a Agi. La noche siguiente, un comité de bienvenida compuesto por Agi, Fer, Fernando y Migue recogieron a Eva en la parada de guaguas frente a la estación de tren. Todos juntos caminaron hacia el 21/3F2 de Montague Street. Hacía mucho frío en la calle, así que todos iban bien abrigados. Todos excepto Eva, que viniendo de Madrid no podía imaginar que a principios de octubre pudiera hacer un frío tan puto en ninguna parte. De este modo, Eva no encontró nada raro en que los demás fueran bien abrigados. Solamente al atravesar el umbral de la puerta del piso y ver a Anna, Boni y otros individuos que desconocía con suéter de lana y bufanda, se percato de que algo extraño ocurría en aquel lugar.
Pronto hubieron de descubrirle a Eva un truquito de El
Iglú. Descorcharon varias botellas de vino tinto, abrieron botellines de cerveza y cantaron y rieron. Entonces, cuando todos estaban reunidos en la cocina, ocurrió algo espeluznante. Migue y Fernando sufrieron una metamorfosis sincrónica. Los ojos les hacían chiribitas mientras reían alocadamente, las bocas y los dientes se les habían puesto renegridos y lo peor: Fernando, en un arrebato de crueldad muy propio de él, había puesto un disco de Aaaaaaandy y Luuuucaaaasssssssssss!!!!!!!!!!!!! IEEEEEAAAAAAHHHGGGGGGGG!!!!!!!!!! Toma truquito!!!!!!!!!!!!!

En El Iglú hay astillas por el suelo. No camines descalzo.
En
El Iglú no HABÍA agua caliente en la cocina. No uses muchos cacharros, que luego hay que fregarlos.
En
El Iglú hay una bombilla por habitáculo y no iluminan una barbaridad. Orienta tu cuerpo de modo que no haga sombra sobre la tabla cuando piques pimientitos por la noche. En El Iglú se estila mucho el flexo.
En
El Iglú los cacharros de la cocina no tienen asa. Cógelos con un pañito.
En
El Iglú la ducha tiene truquito. Aprieta pa'dentro y gira la perilla.
En
El Iglú los muebles no son de este siglo ni bonitos. Sé práctico, no pijotero.
En
El Iglú hay una bola de espejos en la cocina. No preguntes.
En
El Iglú no HABÍA portero porque estaba estropeado. Entra por el pasadizo subterraneo que no tiene puerta y sube un pisito más.
En
El Iglú HAY portero. Habla tanto como quieras, pero entra por el pasadizo subterraneo, que el botón de abrir no funciona...

Pero sobre todo: En
El Iglú NO HAY calefacción. CA-GA-TE DE FRIIIIIIO!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!


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