No siento nada. Dios me hizo así. Él, que sí siente, me otorgó la misión que desempeño sin conmoción para poder sentirse mejor en sus momentos de delirio. El hambre que yo te ofrezco, la guerra que yo siembro, la enfermedad que te traigo y la muerte con que te bendigo son los dones que Él me encomienda para ti. Muchas veces le veo sonreír cuando cumplo con mi labor, que es la suya, satisfecho por mi obra, que es su obra. Pero no siento nada. A veces me pide que te ayude, que te desvele un nuevo conocimiento que haga avanzar la ciencia, que guíe la mano del cirujano que extirpa tu tumor. Él se regocija cuando lo hago. Le miro y sigo sin sentir nada. Ni siquiera Él me conmueve, así me concibió y por eso soy de esta manera. Sólo porque Él es Dios y podía hacerme como quisiera. No siento nada y sin embargo comprendo el concepto de “sentir”, y ni me gusta ni me disgusta. Él quiso que yo no sintiera, pero sin embargo sí me concedió el don de poder pensar. Y a veces pienso y me pregunto si tal vez cometió un error o lo hizo a propósito, porque muchas veces pienso que Yo ya no le necesito más.
https://www.safecreative.org/work-edit/1201250970740?34
Desvergüenzas literarias de un aficionado a la vida y la bebida.
07 junio 2025
Él y Yo (Ángel) - Escrito en 2012
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