Mi
primera vez montando en el triciclo rojo; un golazo que marqué de
falta cuando jugaba al fútbol sala que hizo temblar la portería; la
cara de mis padres, mis hermanos, mis amigos, mis enemigos... en
definitiva, la de todo aquel que alguna vez me importó por algún
motivo... el que fuera; el polvazo con Irene, el mejor que he echado,
y tantos otros que darían para hacer varias “pelis” porno;
borracheras, vómitos, rayas de coca, galopadas a caballo; dos
accidentes en coche; el tiroteo del “barrio ninja”, donde mataron
a Antonio... Fue como un pase de diapositivas, miles de recuerdos que
se agolparon en mi mente en aquel instante fatídico, cuando creí
que iba a morir. Al sacarme el puñal de la barriga, comencé a ver
como mi vida huía despacio, como un hilo rojo que se escurría entre
mis manos y bajaba hasta el suelo por mi ropa. Me estaba
desintegrando sin remedio, como una madeja de lana.
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